martes, 23 de noviembre de 2010

Jurisdicción A6

Hermoso jardín por el que camino. Existen por lo que observo toda clase de flores, claveles, jazmines, orquídeas, rosas de todos los colores. Es el lugar pacifico de todo mi mundo perceptivo. Me siento en paz, con una tranquilidad que sólo había experienciado en los melancólicos destellos de un pasado que casi he olvidado. Escucho voces que provienen de las nubes rosadas; no capto lo que dicen pero sus incongruencias me parecen satisfactorias y cercanas a la paz de los ángeles encadenados por la benevolencia de un Dios que su grandeza radica en la indiferencia del mundo.
Tomó una de las rosas rojas que encuentro en el camino; es tan bella como los ojos de la misma afrodita; quiero estar aquí y no volver a esa realidad que me lastima, que me muestra cada noche la irremediable catastofre que es abrir los ojos a una realidad acadabrante. Pero no… ¡no… quiero despertar! Siento esas voces nuevamente, como cinceles al oído, como monstruos hambrientos masticando mi rostro. No aguanto más el dolor de mi cuerpo, caigo al suelo acolchonado por las flores e inmediatamente me despierto.
Estoy sudado, la oscuridad reina en este mundo, las mismas cuatro paredes revestidas humedad, de olores de agua podrida. La lluvia cae con toda su ira, los truenos revientan las neuronas con su explosión. Esta es la cárcel de la cual el mismo diablo sentiría miedo de llegar. Tan oscura, tan fría, tan cavernaria como los sueños del mismo demonio alado babilónico. Esta es la verdadera Jurisdicción A6.
-arriba animal…- me grita el guardia con un odio infundado.
Me gustaría contestarle, pero no puedo. Me gustaría quedarme en mi sueño, en mi deseo de muerte. Me siento en el inodoro que tengo al lado de la cama y frente a la mesa donde me alimento. Observo todo mi cuarto y me quedó estático observando mi cama. Me levando del trono fisiológico, me acerco con ardor a la cama y detallo que lo que estaba era una rosa roja intensa.
-Una rosa… que hace una rosa aquí- me pregunto yo. –No puede ser… es la rosa de mis sueños, la rosa que tomé del jardín de mis sueños- afirmó estupefacto de la impresión de lo que veo y de lo que tengo en mis manos.
Como pudo ser tal milagro o tal maldición, esto no tiene explicación alguna dentro de la realidad.
-que haces tú con una rosa, grandísimo maricón- suelta eso y arrodíllate y mira hacia a la pared, tienes nuevo compañero cretino- me grita el guardia con burla y desprecio.
No veo nada, sólo la pared y los sonidos provenientes de la abertura de la puerta de la celda cuando la abre y la cierra.
-bienvenido animal al último lugar que veras en tu vida- le expresa el guardia al nuevo recluso.
Me levanto y observo a mi nuevo vecino. Es un hombre grueso de mirada profunda, barba espesa y lentes de montura negra y vidrios de aumento, es como un filósofo alemán de los 80. Sólo nos observamos sin pronunciar palabra; la oscuridad, la lluvia, los truenos, los olores purulentos son los que evitan el silencio abismal.
Durante más de media hora no me dijo ni yo le dije nada, sólo nos mirábamos. Entonces de manera sorpresiva y con una voz grave pregunta:
-¿sabes porque los sueños son formas de lenguaje, instrumentos de manipular los objetos, una forma de decir que nos eres sujeto, sino sujetador?- me dice el nuevo prisionero de esta caverna.
-¿Qué quieres decir?- le cuestiono yo.
-Lo que te paso con la flor que soñaste y que ahora es real y la tienes detrás de ti- me contesto.
Quede pasmado y frío como el hielo con sus palabras, como sabia… lo de la flor y mi sueño. -¿Cómo sabes eso? Le pregunto con voz temblorosa.
-no te preocupes por lo que se y no se, preocúpate más por la flor. ¿No te parece curioso lo que te paso?- afirma e inquiere con actitud peyorativa ante mi.
No se que responder, estoy es muy difícil de explicar… mi silencio es fundante de una sola respuesta ¿explícamelo tú?
-No te explicare nada… - responde con su mirada fija a los barrotes. Continúa con su intervención y yo lo miro con incredulidad –los sueños son tan poderosos como el mismo dios Venom, la realidad es una extracción de los sueños, por los cuales se crean formas de sujetarte a algo. Es la capacidad de transmutación constante de tu propia inmanencia subjetiva. Jajajajajaja… en ocasiones pienso que los sueños son representaciones concretas de lo que es ser uno mismo como debe ser en la individualidad… ¿no crees?…- me pregunta.
No entiendo nada de lo que me dijo, lo digo con sinceridad. De pronto la lluvia se hace más fuerte, los truenos son más densos y continuos. La tierra parece que temblara, pero no es así; las paredes empiezan a desquebrajarse, dolorosos gritos provienen de todas prisiones y él esta quieto frente a la puerta del calabozo, con una serenidad que asusta mientras la fragancia a muerte arremete con sus tentáculos las dantescas cárceles de la Jurisdicción A6.
El agua empieza a penetrar por el techo. La lluvia es amarilla, quema, pica, arde como si fuera acido. La oscuridad es ahora más pesada, la única luz que penetra los callejones de la Jurisdicción son la de los truenos de color fucsia.
Siento en mis pies un extraño liquido, se que no es agua, ni nada parecido… es… es… sangre lo que esta inundando la Jurisdicción A6. Mi desespero y miedo es cada vez mayor. Los gritos de todos los prisioneros son cada vez más desesperados y desenfrenados; empiezo a pedir ayuda con energía y miedo rotundo. La sangre ya la tengo por las caderas y ese extraño sigue estático como una gárgola sonriendo con la flor de mis sueños flotando alrededor de él. La toma con sus mano izquierda, la mira y dice –esta flor es la extracción de tu sueño, la transformación de tus esperanzas, la caída ala abismo de un ultimo dios, de aquel que esta ahí, arrojado, plantado y ahogado en la penuria de su crimen. No te parece hermosa la muerte cuando sueñas con ella, cuando la tienes en forma de flor y de vació natural- expresa con el rostro cicatrizado y con la sonrisa de aquel que sabe que vive tras el descanso eterno.
La sangre ya alcanza mi rostro, ya no me puedo ni mover. La oscuridad ahora es hegemónica, ya no puedo ver nada ni lo que este a cinco centímetros de mis ojos. No entiendo ni entenderé nada, la muerte ha ganado en la Jurisdicción A6.
Ahora antes de irme quiero preguntar ¿Qué pasaría si tú estuvieras soñando con un jardín y tomas una flor y cuando despiertas tienes la flor en tus manos? ¿Qué pasaría si a la final de la vida tú, yo, todos somos una extracción de un sueños inconcluso?

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