jueves, 20 de enero de 2011

EL PENSAMIENTO LATINOAMERICANO. EL SUEÑO DE UN DESTIERRO



"Lo que más requiere de pensarse en nuestro tiempo problemático es el hecho de que nosotros no pensamos todavía”; esto pensó Martín Heidegger en sus aportes a la filosofía y lo traigo a colación en este momento en el que Latinoamérica esta en un proceso de encontrase así mismo, de obtener un pensar propio y que se identifique con las necesidades textuales y contextuales de esta parte del continente.

En los últimos años mandatarios como Hugo Chávez de Venezuela, Rafael Correa de Ecuador, Ignacio da Silva de Brasil, entre otros; junto a proyectos de integración como UNASUR y los proyectos inconclusos: MERCOSUR y la COMUNIDAD ANDINA son producto de esta intención marcada de poder construir un pensamiento ajustado que permita la cohesión social y unas políticas ancladas en la realidad del espacio y tiempo en Latinoamérica.

Para el periodista argentino, ya fallecido, Tomas Eloy Martínez “El poder de hoy, a diferencia de la Argentina de hace un siglo, es iletrado. Al mismo tiempo desconfiado, sordo y ciego. Pero hay que comparar un poco”. Esto es ampliable a muchos de los gobiernos de nuestro territorio incluido, ofendiendo un poco a Eloy Martínez, Argentina, que es una de las naciones que paso de un estado positivo de mandato a una presidencia plagada de farándula e ignorancia vulgar y atrevida.

Ahora bien, lo que preocupa es en que bases ideológicas se desprende estas nuevas formas del un pensar natural de estos territorios (Bolivarianismo, Socialismo del Siglo XXI, entre otras ideas extrañas).

Es interesante escuchar el discurso del Presidente Venezolano Hugo Chávez, que hace una extraña mezcla de ideas, entre el Bolivarianismo y el Socialismo. Lo más embarazoso de este fenómeno intelectual es que Simón Bolívar, el libertador, no era socialista y que sus ideales no tenían nada que ver con esta corriente, aunque grandes pensadores digan lo contrario. Bolívar era un producto del pensamiento ilustrado de la Europa del siglo XVIII, siendo, además, un gran amante de las ideas de Rousseau y el Contrato Social. Lo que buscaba Bolívar era sin duda, una América para los americanos, lo dijo en la carta a Jamaica en 1815 “Yo deseo más que otro alguno ver formar en América la más grande nación del mundo, menos por su extensión y riquezas que por su libertad y gloria…”.

Por otro lado, el socialismo siglo XXI que profesa a los cuatro vientos el guerrillero frustrado es un completo exabrupto político. El socialismo y el comunismo han fracasado como proyecto de cambio social. El pueblo unido jamás será vencido! dice la proclama, pues les comento algo a todos aquellos que todavía creen en eso; el pueblo ya no es pueblo, no esta unido y fue vencido hace tiempo. El Presidente Hugo Chávez es un ideólogo anacrónico, sus postulados han fenecido y no tienen consistencia con la realidad planteada en Latinoamérica, además que Simón Bolívar y el socialismo son una contradicción lógica e incoherente.

Así mismo, Ecuador, Bolivia y Argentina son lacayos lúgubres de la reencarnación de Bolívar (Chávez). Son mandatarios que les faltan actitudes de verdaderos líderes políticos. Sobretodo a la de Argentina Cristina Elisabet Fernández de Kirchner que parece que andará más pendiente de como se ve en cámara que de saber regir las riendas de su país y según algunos habitantes, de esa prosperidad que tuvo Argentina después de la lastimosa crisis que le toco vivir, no esta quedando nada (encantado de saber opiniones en contra o a favor).

Colombia, mi país, es muy difícil establecer un ideario natural de estos territorios. Acabamos de salir de las fauces de un presidente vesánico y chapulinesco como Álvaro Uribe Vélez. Un hombre frío, calculador que se mostró como el Mesías; un sagaz manipulador y cautivante pícaro. Al mismo tiempo, en ocho años de gobierno (el primero mucho mejor que el segundo) no expuso un interés en ser parte de una integración de Latinoamérica, de construir una identidad propia, sus discursos en ningún momento se vislumbro una idea cercana, todo lo contrario, el basamento de sus estabilidad en el poder consistió en el discusión agresiva, insultante e hiriente con los países colindantes. No obstante, lo comprendo y le tengo lastima por eso, puesto que su intelectividad no le daba para más, sino para insultar y agredir, esas eran las más profundas reflexiones que su mente-en toda su capacidad- podía procesar.

Ahora retomare el camino de esta discusión, pues no quiero cometer una digresión, seria de mal gusto y una descortesía.

Pensar Latinoamérica, es entrar en un entorno de redes complejas de procesos históricos, políticos, sociales, culturales inconclusos y tergiversados. En consecuencia, se tiene que repensar Latinoamérica, cómo dijo muy bien Waldo Ansaldi “los intelectuales debemos antes hacer oír nuestra voz para que la historia”, agregando lo que comenta el periodista uruguayo Héctor Valle cuando comenta que “el desconocimiento de la historia de la misma (Latinoamérica) es tan dañino como inhabilitante para promover un pensamiento que pueda conllevar una comprensión cabal del presente para mejor ver el porvenir de nuestros pueblos”.

Entonces debe existir una profunda meditación histórica, un regreso al pasado desde un punto de vista totalmente negativo, es decir, desde una anulación de credibilidad a lo que se ha enseñado, colocar dentro de un paréntesis todas las ideas que tenemos como propias.

Reconocer también la realidad de las que nos habla la concepción heideggeriana que expresamos al principio del artículo en que “lo que más requiere de pensarse en nuestro tiempo problemático es el hecho de que nosotros no pensamos todavía”, pero esto no quiere decir que no pensamos, sino que estamos “siempre en camino hacia el pensar”. Este pensar abarca la mayoría de las relaciones dentro de la estructura de una realidad planteada de la cual ya somos sujetos, sobre todo en su compocisión ética especialmente en el periodismo

Tomas Eloy Martínez opina que “el periodismo encuentra su sistema actual de representación y la verdad de su lenguaje en el momento en que se impone una nueva ética. Según esa ética, el periodista no es un agente pasivo que observa la realidad y la comunica; no es una mera polea de transmisión entre las fuentes y el lector sino, ante todo, una voz a través de la cual se puede pensar la realidad, reconocer las emociones y las tensiones secretas de la realidad, entender el por qué y el para qué y el cómo de las cosas con el deslumbramiento de quien las está viendo por primera vez.” Adicionando que “siempre que las sociedades han estado a punto de cambiar de piel, los primeros síntomas de ese cambio han aparecido en la cultura.”

Estos cambios deben ser originados desde una actitud de cambio, en la que no se debe conocer para modificar, sino modificar para conocer.

Andrés Bello comentaría que la “la América no ha sacudido aun sus cadenas; se arrastra sobre nuestras huellas con los ojos vendados; no respira en sus obras un pensamiento propio, nada original, nada característico; remeda las formas de nuestra filosofía, y no se apropia su espíritu… Aspirad a la independencia del pensamiento… Esa es la primera filosofía que debemos aprender de la Europa.” Lo dijo, Andrés Bello, en la ciudad de Santiago de Chile, allá por el año de 1848. Ante todo, sostengo yo, debemos eliminar los grilletes de la historia, entre ellos el catolicismo (tema de otro artículo) y el fantasma de una independencia fantasmagórica, irritante e inexacta.

Como dijo mi amigo Héctor Valle siguiendo en su última línea a Eloy Martínez Ah, yo creo que debemos visitar nuestra historia a fin de entender mejor nuestro presente activo y entendernos mejor a nosotros mismos, y coincido plenamente con Eloy Martínez en que la primera tarea nuestra es de regeneración moral para luego ir en pos de la integración”.

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