martes, 16 de noviembre de 2010

Entre las lágrimas del no Dios…


Siete de la mañana y se escucha el primer fastidio sonoro -Aquí… Suena… El Checho Megaconcierto– sonido que estimula y fastidia el equilibrio de los sentidos… prefiero un tiro en el gaznate o una madreada de mi abuela, que por lo general esta acompañada de un cucharazo en la frente –jugo softball, razones para tener precisión-.
Bajó de la cama con ira y desden. Me dirigía Rumbo al baño y la primera imagen que me encuentro es la de mi padre, el intelectual, disfrazado de marimonda y con culo e pea hedionda, pues empezó a degradarse desde el día anterior siguiendo los pasos de decadencia de un pueblo que desaparece y que tiene en el folclor una excusa aletargada, Así piensa mi madre.
Ella prepara el desayuno con poltronería y desden evidente; detesta al Checo y a Juan Piña, para la madame son pruebas fehacientes de la descortesía y el mal gusto. Mi madre prefiere la elegancia de un Vals Emperador de Strauss o la imponencia de un Fortuna Impartís Mundi de Carl Orff. No obstante, es conciente de la realidad planteada; de un paganismo tergiversado que hipnotiza y desposee al Ser de su magnificencia.
Me visto de manera sencilla: bermuda negra, converse negros, gorra azul y una camisilla de los San Antonio Spurs. Desayuno con intranquilidad debido al escándalo musical arrojado alrededor de mi calle. Las gentes eufóricas, sombreros volteaos, collares de mononocucos, camisas estampadas con imágenes representativas de la festividad caribeña, se preparan para asistir al desfile. Mi progenitora sigue inconforme y decepcionada de lo que pasa. Mi padre, al contrario, disfruta de la música y el aguardiente; bebida tomada por los dioses pérfidos como Dionisios.
Salgo de mi hogar con aplomo, llevo mi reproductor de música que contiene algo de darkjazz, clásico e industrial. Camino a velocidad media, no tengo ni idea para adonde voy. Pero resultan interesantes los rostros y las mascaras con las que me encuentro en el trayecto; nunca les preste atención, siempre las considere como demostraciones primitivas de seres ahogados en incertidumbres. Sin embargo observo una realidad que me había sido oculta, un ambiente que se escapa de lo ya planteado. El mundo sin limites, con los instintos, de un si a vivir y un no a Dios.
Los semblantes con sonrisas inquebrantables, mascaras que hacen ocultar los rasgos de los rostros, jamás el rostro mismo. Es ver en sus miradas una felicidad fuera del contexto común. Cada abrazo, saludo, pensamiento y vivencia es retornar al pasado, el origen impoluto; es unir la historia con el hoy, es volver a la escuela de los mitos y la vida, es estar conforme con las leyes generales de lo viviente.
El día prosigue con la fiesta, con una frenética emotividad se lanzan a las calles en grandes cantidades, es como si vieran la oportunidad de ser libres, de ser ellos sin restricciones, sin importales la opinión de una sociedad discriminadora y utilitarista.
En una ocasión pensé que estas fiestas eran un epifenómeno de las bacanales y las borracheras en la época de la decadencia del imperio griego. Empero, aquí el pueblo tiene el valor de querer poder; el poder de poner sobre su experiencia el sello de la eternidad.
Los observo detenidamente, ya ni le presto atención a la música, sólo a su comportamiento similar, sus camisas parecidas y accesorios unídirigidos, cómo si fueran parte de una religión raizal. Pero esta religión parece que se basara en la idea que la vida jamás muere, que la historia se recompone en si misma, es profesar sus proyecciones éticas y culturales como las sienten.
Termina el día, y redefino mi vida como sujeto de esta región, como integrante de una cosmología propia, en el que en cuatro días despierta nuestro paganismo olvidado. Muy bien lo dijo Nietzsche “en la medida que todo lo que es grande y fuerte era concebido como el hombre, como sobre humano, como extraño así mismo, el hombre se empequeñecía y se repartía entre dos esferas: uno detestable y débil, otro fuerte y sorprendente. A la primera se le llama hombre y a la segunda se le llama Dios”.
Este día fue el regreso al hombre por encima de Dios, fue ser libre, ser salvaje, ser pagano y volver a nuestra civilidad.

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